Con motivo de las fiestas de Todos los Santos y Fieles Difuntos les invito a reflexionar sobre el amor que nunca muere, porque es infinito, eterno, radical, sustenta todo es lo que da sentido al esfuerzo y sacrificio de cada día da sentido a nuestra vida. Para muchas personas no resulta fácil que nuestra vida tiene sentido en cualquier circunstancia, aún en situaciones limites como el dolor, la enfermedad, la perdida de un ser querido etc. En estas circunstancia creo que es importante tener en cuenta al Papa Benedicto XVI que vuelve a proponer a los oyentes la centralidad del amor “En un mundo marcado por el miedo y la soledad, el amor permanece como el camino más claro y fuerte para construir un futuro nuevo para los hombre y mujeres”, el amor sigue siendo un fermento nuevo y fuente de un nueva civilización del amor como decía el Papa Juan Pablo II. En este mes la iglesia celebra a todos los Santos conocidos o desconocidos; todos han triunfado porque han vivido el amor, a ellos no nos une la fe y la esperanza porque ellos ya gozan de la eterna visión de Dios; pero nos une el cambio, el Amor (1Cor 13,13); ese amor que nos une con ellos al mismo Padre, al mismo Cristo Redentor y al mismo Espíritu Santo. El amor que les hace solidarios y solícitos para con nosotros. El amor que nos une a nuestros fieles difunto a quienes recordamos con gratitud por todo lo que han hecho y significan en nuestra vida. Ellos siguen presentes en nuestros corazones, en nuestra vida, en nuestras oraciones. Por el amor de Dios nuestra vida no termina con la muerte, sino que se prolonga hasta la eternidad, el Apóstol San Pablo Dice que el amor no solo es un camino sino el mejor; el don por excelencia que ha de estar presente y activo siempre en la vida del creyente; el don imperecedero, por que la fe y la esperanza se habrán de acabar, pero nunca el amor. El amor es el camino que nos conduce al encuentro con el Dios de la vida. Que el Dios de la Vida y el amor les bendiga a cada uno de ustedes. Fraternalmente P. Justino Sota Mendoza